Las vacunas contra el COVID-19 no contienen células de fetos, E.coli, partes de animales, agentes peligrosos o que afecten la fertilidad
Algunos de estos elementos se utilizan en la elaboración de las vacunas pero no quedan en el producto final que es inoculado, y los que sí, corresponden a dosis mínimas utilizadas para mejorar la eficacia y reducir el riesgo de los inmunizantes.
Se difunde en volantes y en redes sociales información indicando que las vacunas contra el COVID-19 contienen células de fetos abortados, mercurio, aluminio, E.coli, espermicida, partes de animales, EDTA, caucho, latex, glutaraldehído, levadura modificada genéticamente, sorbitol, detergente, beta propiolactona, formaldehído y soja transgénica. ChequeaBolivia advierte que se trata de información engañosa.
Es falso que las vacunas tengan células de fetos abortados
Respecto a que las vacunas contra el coronavirus contienen “célula fetal abortada”, es falso, ya que, si bien según un artículo de la BBC hay farmacéuticas que han empleado líneas celulares para los ensayos clínicos de sus vacunas, éstas corresponden a abortos por causas naturales ocurridos hace más de 50 años, y que se han copiado de manera sintética en laboratorio para las pruebas requeridas para la vacuna contra el coronavirus. Por lo tanto, no se realizan abortos ni se utilizan partes de fetos en las dosis finales que llegan a los consumidores.
Las vacunas no tienen derivados del mercurio que sean letales
Sobre que las vacunas contengan mercurio, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) informa que algunos viales (frascos en los que se albergan vacunas que deben rendir más de una dosis) es tiomersal, que es un derivado del mercurio (etilmercurio) que se utiliza para evitar la proliferación de bacterias y hongos en los viales cuando se preparan las dosis de las vacunas. El etilmercurio, a diferencia del metilmercurio, no es tóxico en las cantidades mínimas que se suministran en la vacunación y el cuerpo humano las elimina fácilmente.
El hidróxido de aluminio es un adyuvante para mejorar la respuesta inmune
Si bien el hidróxido de aluminio si es parte de las formulaciones de las vacunas hace años, se trata de un adyuvante, es decir un compuesto para reforzar la respuesta inmune del organismo a las vacunas que utilizan virus inactivados o atenuados, y no es peligroso en las cantidades que se suministra según la Asociación Española de Pediatría.
La bacteria E.coli solo se utiliza en la producción de vacunas, no queda en el suero final
En el caso de la vacuna de Pfizer- Biontech y de acuerdo a un informe de The New York Times, que hizo un seguimiento a un proceso documentado, se especifica que la bacteria es modificada para insertar un plásmido con el gen de la espiga del coronavirus para que ésta, al reproducirse en el laboratorio, también reproduzca el ADN (material para el desarrollo de ARN mensajero) insertado en la bacteria y posteriormente disolverla mediante procesos químicos, quedando únicamente el material necesario para la vacuna. Por lo que la E.coli no está presente en el suero inyectado a las personas.
El polisorbato 80 es un componente de la vacuna contra la gripe
Según la Asociación Española de Pediatría el polisorbato es un componente utilizado en muchas vacunas, entre otras, contra la gripe estacionaria, antes de la creación de los inmunizantes contra el coronavirus. Se trata de un excipiente, es decir, un elemento para diluir las sustancias activas de las vacunas, y que estas sean absorbidas más fácilmente por el cuerpo.
Las vacunas no afectan la fertilidad
Sobre la posibilidad de que la vacunación contra el coronavirus pudiera afectar la fertilidad de las personas, el CDC indica que actualmente “no existe evidencia de que alguna vacuna, incluida la vacuna contra el COVID-19, cause problemas de fertilidad en mujeres o en hombres, ni problemas para lograr el embarazo. Los CDC no recomiendan realizarse una prueba de embarazo de rutina antes de vacunarse contra el COVID-19”.
Además, Daniel Marató, médico especialista en Ginecología y Obstetricia y vocal de la Junta de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) explicó a ConSalud.es que “si los anticuerpos que nuestro organismo genera como respuesta a la vacuna inoculada afectaran de modo alguno a la fertilidad, esta también se vería perjudicada por los anticuerpos desarrollados como respuesta a la infección natural. Algo sobre lo que no existe ninguna evidencia como tampoco la hay de que las vacunas incrementen el riesgo de pérdida durante el primer trimestre, muerte fetal o anomalías congénitas”.
Las vacunas contra el coronavirus no contienen partes de animales, aunque los usan para los ensayos clínicos
Otra afirmación falsa es que las vacunas contra el COVID-19 contienen partes de animales. Se ha utilizado virus que afectan a animales como el adenovirus de chimpancé, que sirven como vector o vehículo para la vacuna de AstraZeneca, así como, según Salud con Lupa, se ha utilizado ratones, hurones, hámsteres, macacos, cerdos y hasta alpacas, para probar la seguridad de las vacunas y desarrollar posibles tratamientos contra el coronavirus.
Sustancias usadas en la fabricación de la vacuna pero que no quedan en la dosis final
Asimismo, hay información señalando que el EDTA (ácido etilendiaminotetraacético) sería peligroso para la vacunación. En realidad, como reporta AS, se trata de un anticoagulante que aún se investiga si es el causante de los casos de trombosis en la vacunación con el inmunizante de AstraZeneca, aunque la vacuna del Centro Gamaleya (Sputnik V) también lo contiene y no ha reportado casos similares.
También se hace referencia al glutaraldehído que, según el Acta Pediátrica Costarricense, se utiliza en el proceso químico para inactivar proteínas bacterianas de los sueros que serán parte de la vacuna final, y como desinfectante de los viales que contienen la misma.
Se habla del sorbitol que, como menciona el Ministerio de Salud de Chile, solo es un estabilizador utilizado para mantener la efectividad de la vacuna durante su almacenamiento; de la beta-propiolactona, que se utiliza para inactivar los virus en el caso de las vacunas que utilizan este método; el formaldehído, que sirve para matar virus o inactivar toxinas durante el proceso de fabricación de las vacunas y puede encontrarse de manera natural en el cuerpo humano. Además, soja y levadura transgénica, que como detalla la Revista de la Sociedad Química de México son usadas para producir anticuerpos y solo se han aplicado en vacunas contra Streptococcus mutans, bacteria causante de las caries, y contra el virus del herpes (HSV).
Todos estos elementos se han utilizado antes en las vacunas, son seguros y se usan en dosis mínimas para mejorar su efectividad y recudir sus riesgos.
FUENTES:
Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos
Revista de la Sociedad Química de México
Asociación Española de Vacunología
Asociación Española de Pediatría
Ministerio de Salud de Chile
Acta Pediátrica Costarricense
ConSalud.es
The New York Times
BBC News
Salud con Lupa
Swissinfo.ch
AS
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