¿Por qué causa adicción la nicotina?
La mayoría de los cigarrillos electrónicos disponibles en el mercado contienen nicotina, una sustancia altamente adictiva y dañina. Sin embargo, prácticamente ninguno de estos dispositivos alerta al usuario sobre su contenido, lo que le impide saber el potencial riesgo que puede tener “vapear” para su salud.
Por Aleida Rueda
Aunque la nicotina es una sustancia bien conocida por ser altamente adictiva, su nuevo uso como ingrediente de los cigarrillos electrónicos podría estar desencadenando más rápidamente afectaciones en la salud de los usuarios, sobre todo los más jóvenes, sin ninguna alerta.
La nicotina es un compuesto orgánico que produce la planta del tabaco y que una vez que se inhala puede llegar al cerebro rápidamente, detonar grandes cantidades de dopamina y provocar en el usuario una sensación de placer, que es lo que lo hace querer más y más.
Un asunto preocupante es que la nicotina está presente en prácticamente cualquier cigarrillo electrónico. Así lo mostró un estudio del 2015 publicado en el American Journal of Public Health en el que analizaron cuántos de estos productos que se vendían en tiendas de conveniencia de Estados Unidos la tenían. “En 2015, el 99% de los productos de cigarrillos electrónicos vendidos contenían nicotina, incluido el 99% de los desechables, el 99.7% de los recargables y el 98.8% de las recargas. En general, el 98.7%de los productos de cigarrillos electrónicos con sabor y el 99.4 por ciento de los que no tienen sabor contenían nicotina”, concluyen los autores.
Ese estudio también mostró que sólo en 2015 en Estados Unidos se vendieron 58.2 millones de unidades de cigarrillos electrónicos que contenían nicotina y que en más de un tercio de ellas la información sobre este compuesto no estaba disponible en sus descripciones. No sólo eso: hay evidencia de que varios de los e-líquidos que se usan en estos dispositivos reportan en su etiqueta menos nicotina de la que realmente contienen, e incluso se ha encontrado que algunos productos, etiquetados como "libres de nicotina", sí la incluyen.
Esto es especialmente preocupante para la población de adolescentes y adultos jóvenes que están siendo atraídos hacia estos dispositivos. En Estados Unidos, la Encuesta Nacional sobre el Tabaco en los Jóvenes mostró que en 2023 cerca de 2.8 millones de jóvenes, estudiantes de secundaria y preparatoria, reportaron haber consumido productos de tabaco, incluyendo más de 2.1 millones de jóvenes que dijeron usar cigarrillos electrónicos en el presente. Otro estudio publicado en la revista Nature en 2022 reportó que en 30 de los 67 países analizados, el uso actual de los cigarrillos electrónicos entre jóvenes fue superior al 10%. En la región, destacan los casos de Paraguay (11,3%), Uruguay (14,2%), y Trinidad y Tobago (15,7%).
Lo paradójico es que, aunque estos productos son promovidos por las empresas tabacaleras y pro vapeo como una alternativa para las personas que desean dejar de fumar, su alto contenido de nicotina y su creciente demanda por parte del público joven están propiciando lo contrario: nuevas generaciones de usuarios adictos.
¿Cómo causa adicción?
Como dijimos, cada vez que se inhala nicotina de manera profunda, cuando “se le da el golpe”, ésta entra en el organismo y llega al cerebro en cuestión de segundos. Ahí, los receptores de una zona conocida como área de recompensa produce grandes cantidades de dopamina, un neurotransmisor que, entre otras cosas, nos genera placer y mejora nuestro estado de ánimo.
“Estos receptores son como la cerradura de una puerta y la nicotina es la llave”, explica Guadalupe Ponciano, especialista en el tratamiento de adicciones e investigadora en el departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Los receptores se ubican en diferentes partes del sistema nervioso central, pero los más importantes se ubican en el área de recompensa. Entonces, cuando la nicotina llega, abre la cerradura de estos receptores y produce mucha dopamina, mucha más que la que se genera con placeres cotidianos, como cuando le damos un beso a alguien que nos gusta, cuando escuchamos una música que nos parece muy agradable, cuando estamos bailando o cuando vemos una obra de arte”, dice Ponciano. Este subidón es el que engancha a las personas, porque saben que cada vez que le den el golpe al humo de cigarrillo, van a sentir placer y tranquilidad.
Pero hay más. La descarga exagerada de dopamina produce un desbalance en el sistema nervioso central que genera, a su vez, una serie de alteraciones morfológicas y bioquímicas para recuperar el equilibrio perdido. “Cuando el cerebro ha tenido todos estos cambios y alteraciones ocasionadas por la nicotina y por el exceso de dopamina se convierte en un cerebro adicto. Las personas con cerebro adicto lo que quieren es satisfacer esta necesidad de placer y bienestar a toda costa, y es porque la parte cognitiva, la parte superior del sistema nervioso y la que nos permite razonar y crear, ya no funciona”, explica la investigadora.
Otro aspecto que la hace tan adictiva es que, a diferencia de otras drogas como la cannabis que requiere alrededor de dos días para que salga del cuerpo, la nicotina suele transformarse y excretarse de forma muy rápida. Se estima que la vida media de la nicotina en el organismo es de alrededor de dos horas (entre una y cuatro horas, dependiendo de cada individuo), lo que explica que haya personas, especialmente las que pueden transformar y expulsar la nicotina más rápidamente, que requieren consumirla con mayor frecuencia y, por ende, son quienes tienen mayor riesgo de generar dependencia.
Otra característica de la nicotina que la hace particularmente atractiva es que no provoca intoxicación. “Si te echas 15 rayas de cocaína, es muy probable que llegues al hospital medio muerto. En cambio, si te echas 20 cigarros, tendrás una cruda de cigarros, pero es muy poco probable que llegues al hospital. Por eso, resulta fácil que se perciba erróneamente como una droga segura”, dice Ponciano.
Efectos de la nicotina
A menudo se dice que el riesgo de la nicotina es que produce adicción y que por sí sola no provoca problemas para la salud. Pero hay cada vez más evidencia de que no es así. Hoy se reconoce que la nicotina causa daños en el organismo especialmente si está en desarrollo.
En 2016, el investigador del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Nuevo México, en Estados Unidos, Bradley D. Holbrook, publicó un artículo en el que explica algunos de los efectos de la nicotina en el desarrollo fetal e infantil. “La nicotina es absorbida por la madre rápidamente y cruza fácilmente la placenta hacia el torrente sanguíneo fetal”, lo que hace que se acumule en el líquido amniótico y que el feto quede expuesto a ella.
De acuerdo con Holbrook, el uso de nicotina por parte de la madre aumenta significativamente la resistencia de la placenta al flujo sanguíneo y puede alterar el transporte de aminoácidos, lo cuál está asociado con diversos problemas: los bebés pueden tener un peso más bajo al nacer respecto a los no estuvieron expuestos a la nicotina. Además, hay evidencia de que las mujeres fumadoras aumentan su riesgo de tener partos prematuros, pérdidas tempranas del embarazo o muerte fetal intrauterina.
Además, dice Holbrook, “los niños expuestos a la nicotina tienden a tener varios problemas de salud a lo largo de sus vidas, incluido el deterioro de la función de los sistemas endocrino, reproductivo, respiratorio, cardiovascular y neurológico. El bajo rendimiento académico y las alteraciones significativas del comportamiento también son comunes, incluido el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), los comportamientos agresivos y el abuso de sustancias en el futuro”.
El otro grupo vulnerable es el de los adolescentes que consumen productos con nicotina. Se ha visto que la nicotina puede tener un efecto importante en su cerebro precisamente porque aún está en desarrollo. En un artículo de 2019 publicado en la revista Western Journal of Emergency Medicine, los autores explican que los adolescentes son más vulnerables que los adultos a la dependencia de la nicotina tras una exposición mínima al tabaco (menos de siete cigarrillos en un mes). Por otro lado, a los individuos que empiezan a fumar durante la adolescencia les cuesta más trabajo dejar de fumar que los que empiezan de adultos.
Y concluyen eso porque “diversos estudios de neuroimagen funcional relacionada con eventos en niños, adolescentes y adultos sugieren que los niños y los adolescentes tienen respuestas de recompensa hiperreactivas y un mejor rendimiento en las tareas cuando obtienen recompensas, lo que sugiere una mayor implicación en comportamientos que dan lugar a una gratificación inmediata”.
El mismo estudio habla de experimentos en los que se usan ratas adolescentes y se les administra niveles de nicotina intravenosa equivalentes a uno o dos cigarrillos al día. Después de 4 días, las ratas consumen una mayor cantidad de cocaína, metanfetamina y alcohol que las ratas adolescentes no expuestas a la nicotina, lo que sugiere que el consumo de nicotina en la adolescencia también aumenta los efectos reforzadores de otras drogas.
La nicotina en los cigarrillos electrónicos
Si ya la nicotina del cigarro convencional provoca riesgos para la salud, aquella que se usa en los líquidos para los cigarrillos electrónicos, que suele ser una nicotina sintética, es aún más preocupante.
Una razón es la rapidez con la que generan cambios en el organismo. Mientras que con los cigarrillos tradicionales generalmente toma años para que los efectos (como un enfisema o un cáncer de pulmón) se hagan presentes, en el caso de los vapeadores es mucho más factible que provoquen un efecto agudo en personas vulnerables. “Por ejemplo, en una persona que tiene hiperactividad bronquial, es decir, que su aparato respiratorio es más susceptible que el de una persona normal, un estímulo basta para hacerlos reaccionar. Todos los compuestos de los vapeadores que son altamente irritantes para el aparato respiratorio van a ocasionar un efecto agudo. Bastarán dos o tres días para que empiecen a aparecer los efectos”, explica Ponciano.
Otro elemento que es diferente entre la nicotina de los cigarros convencionales y la de los aparatos electrónicos es la concentración. “Mientras que un cigarrillo regular suele tener un miligramo de nicotina disponible, en el caso de los cigarrillos electrónicos no sabemos qué concentraciones de nicotina utilizan. Se sabe, por ejemplo, que hay pots en los dispositivos Juul, que pueden llegar a tener 60 miligramos de nicotina. Si de esos 60, el cuerpo absorbe sólo seis, pues esa persona está consumiendo lo equivalente a seis cigarros. Y como los usuarios no suelen registrar la cantidad de líquido calentado que inhalan, es mucho más difícil calcular cuánta nicotina está entrando a su cuerpo”.
Aún así, ya hay muestras de que la nicotina que se inhala a través de estos dispositivos provoca daños en el organismo. Así lo reporta la misma Ponciano junto con su colega Carlos Alberto Chpavez, en un artículo publicado en la Revista de la Facultad de Medicina (UNAM) en 2020. En su revisión, los autores destacan los efectos en el aparato respiratorio, específicamente la enfermedad pulmonar y la insuficiencia respiratoria aguda. De hecho, ya existe un nombre para la lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o “vapeo”: EVALI, por sus siglas en inglés. En 2019, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos reportaron 2,172 casos y 42 muertos por EVALI en ese país. Un año después esas cifras pasaron a 2,807 personas hospitalizadas y 60 muertes.
Aunque no se ha identificado con certeza cuál es el mecanismo por el que la nicotina causa el daño pulmonar, en el mismo artículo los autores explican que se relaciona con mecanismos de inflamación y anticoagulación, los cuales provocan lesiones en los capilares alveolares, así como enrojecimiento e irritación en las vías respiratorias. Se ha visto en personas que consumen estos productos que tienen altos niveles de una proteína llamada mucina MUC5AC, que se correlaciona inversamente con la disminución de la función pulmonar en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Esto significa que a mayor cantidad de mucina menor función pulmonar.
A los daños respiratorios hay que sumarle una larga lista de otras consecuencias. Se ha visto que quienes usan cigarrillos electrónicos tienen una alta oxidación de lipoproteínas de baja densidad (LDL), que predisponen a aterosclerosis; también se asocia con un incremento de la actividad simpática, es decir, un aumento de la frecuencia cardiaca basal; también, con un aumento en la agregación plaquetaria y la trombogénesis, procesos necesarios para el desarrollo de las enfermedades cardio y cerebrovasculares. “En usuarios diarios, tanto de cigarrillos electrónicos como de cigarrillos de tabaco, se encontró que tienen casi 7 veces más probabilidad de infartarse que los no fumadores”, dicen los autores.
Estudios más recientes, como el publicado hace unas semanas en la revista Brain Imaging and Behavior, reporta que tras analizar el cerebro de adolescentes que “vapean”, en comparación con los que no, a través de sesiones de neuroimagen, encontraron que los primeros tienen una menor cantidad de materia gris. “No es que sean menos inteligentes, no estamos hablando de inteligencia. Estamos hablando de que la corteza prefrontal es un área muy importante porque está asociada con las funciones cognitivas superiores del ser humano: toma de decisiones, lo que es bueno o malo, cómo se relaciona con los demás, etc. Esta reducción de materia gris en la corteza prefrontal se identifica en adolescentes que les gustan mucho las conductas de riesgo y más probabilidad de consumir otras drogas, sobre todo el alcohol”, explica Ponciano.
Para la investigadora, ya hay suficiente evidencia de los daños que provoca la nicotina cuando se inhala a través de un cigarrillo electrónico para que los gobiernos decidan prohibirlos. “Mucha de esta evidencia ha sido experimental, estoy de acuerdo, pero no tenemos que esperar. Con lo que aprendimos con el tabaco tradicional en el pasado, y con lo que se ha descubierto de las afectaciones de estos nuevos dispositivos, ya sabemos que los mecanismos son muy parecidos, entonces ¿para qué esperar a que haya más adictos y más muertes?”.
Este artículo ha sido desarrollado como parte de un proyecto periodístico liderado por Salud con lupa con el financiamiento de Vital Strategies en nombre de Bloomberg Philanthropies. Su contenido es de responsabilidad exclusiva de los autores y bajo ninguna circunstancia debe considerarse que refleja las posiciones de los donantes.
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