Construcciones simbólicas en torno al dióxido de cloro en redes sociales bolivianas

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En las redes sociales se construyeron redes de opinión colectiva caracterizadas por una combinación de preceptos ideológicos, sentimientos y experiencias relacionadas con inseguridad, desconfianza en las instituciones y un pensamiento casi religioso sobre el producto. 

Por Valeria Peredo

1. Introducción

Durante los peores momentos de la pandemia del coronavirus, los bolivianos recurrieron a diversos medicamentos alternativos cuya eficacia no estaba comprobada científicamente. 

Probablemente, el que más resonó en la opinión pública fue el dióxido de cloro o CDS. El consumo masivo de este producto generó una gran polémica, todavía irresuelta, en torno a su legalización, consumo y eficacia. Mientras la comunidad científica afirmaba que no debería ser utilizado como fármaco debido a sus efectos secundarios y que la desinformación en torno al tema aumentaba, una gran parte de la población, incluidos médicos y políticos influyentes, depositaban su fe en el compuesto y le atribuían propiedades casi milagrosas.

En este artículo no se discutirán las propiedades científicas del CDS o su validez como fármaco. Más bien, se busca explorar y comprender las razones o creencias de la población boliviana que promueve su uso mediante redes sociales. Para ello, analizamos posts y comentarios en grupos de Facebook en los que se comercializaba Dióxido de Cloro, buscando responder las siguientes preguntas: 

¿Qué elementos intervienen en la creación de la opinión colectiva en redes sociales? ¿Qué razones arguye la gente para consumir o comprar el dióxido de cloro? ¿Cuáles son las propiedades que los usuarios de Facebook le atribuyen al compuesto? ¿Qué opinan las instituciones sanitarias y qué tiene que ver eso con el uso del CDS?

2. Marco conceptual

Dinámicas de opinión en red

Es importante diferenciar dos tipos de producción de opinión pública. En las sociedades de masas del siglo XX, los medios de comunicación masivos eran centrales y la opinión pública se conformaba en una lógica principalmente receptiva. Estos procesos se conocen como macrodinámicas de opinión.

En cambio, en las sociedades-red contemporáneas, donde se hace presente el internet y la Web 2.0, la opinión pública no posee un solo centro. Aquí encontramos micro-dinámicas de opinión en las redes sociales, que llegan al nivel de los individuos y las comunidades digitales (Ojeda & Peredo, 2018: 31). En las redes sociales, las opiniones individuales se van agregando y forman grupos algo más homogéneos de opinión. Tal es el caso de las páginas y grupos de Facebook, que exploramos en este trabajo.

Ideología

De acuerdo a Adams:       

la ideología provee una comprensión total del mundo —tan total como sea necesaria— que satisface al creyente. Para actuar en el mundo necesitamos darle sentido, tanto sentido causal como sentido moral. Necesitamos una comprensión total que no esté fragmentada, que conforme un continuum fáctico-ético, y esto justamente ofrece la ideología (Adams, 1989: 143).

En este sentido, según Lazo (2002: 46), la ideología cumple tres funciones. (1) Crea un marco cognitivo: los diversos conjuntos de postulados ideológicos se convierten en medios de simplificación de la realidad para lograr su comprensión y aprehensión. (2) Cumple funciones afectivas: la ideología también otorga gratificaciones psicológicas colectivas, vinculadas a sentimientos de seguridad, identidad y de ser parte de algo trascendente. (3) Orienta normas: guía las acciones del individuo, estableciendo nociones morales y fronteras entre lo deseable y lo prohibido.

Medicina alternativa

Un concepto que también necesitaremos es el de medicina alternativa. Una definición bastante aceptada en el mundo de la medicina es aquel "conjunto de disciplinas terapéuticas y diagnósticas que existen fuera de las instituciones del sistema de salud convencional" (Peña & Paco, 2007: 87). Sin embargo, es importante diferenciar, dentro de esta misma categoría, las medicinas indígenas tradicionales y las medicinas complementarias. A diferencia de la medicina clásica, las medicinas alternativas no sólo claman el alivio de síntomas físicos, sino la restauración del bienestar psico-social e incluso religioso del individuo.

De acuerdo a muchos estudios[1], el uso de las medicinas alternativas se encuentra bastante difundido en el mundo y hace una real competencia a los sistemas de salud. Es importante sostener un debate respetuoso con estas medicinas sin prejuicios ni rechazos apriorísticos.

3. Metodología

Para el estudio de las dinámicas de opinión sobre el Dióxido de Cloro, nos inclinamos por el uso de "métodos digitales" (Rogers, 2013). Realizamos una recolección de datos en grupos y páginas de Facebook[2] en las que se comercializaba dióxido de cloro en Bolivia. Como resultado obtuvimos una base de datos con 37 posts que contenían 1.215 comentarios, emitidos entre mayo y noviembre del 2020. Cada comentario fue clasificado por tema de conversación y, para el análisis de su contenido, construimos matrices relacionales entre etiquetas y posiciones[3] a partir de una codificación abierta y axial.

Para el análisis de datos, usamos técnicas de estadística descriptiva e hicimos un análisis de redes sociales. De acuerdo al antropólogo Ulf Hannerz (1986: 278), el análisis redes es una herramienta muy poderosa para la antropología, ya que puede poner de manifiesto cómo, en una población numerosa, se conforman relaciones sociales. Aunque ciertamente esta técnica suele ser usada para conocer patrones de interacción social, también nos permite comprender subjetividades a través de las redes semánticas, que representan el conocimiento de un grupo social de manera visual. Las gráficas que siguen contemplan los patrones semánticos encontrados en los comentarios recolectados.

4. Resultados

4.1. Panorama general

Antes de analizar los temas y sus respectivas redes semánticas, revisemos el panorama general de los datos.

Distribución temática

Entre los temas más mencionados encontramos, en primer lugar, las propiedades atribuidas al dióxido de cloro, y, en segundo lugar, las instituciones sanitarias que se hicieron cargo de la pandemia. En tercer y cuarto lugar, respectivamente, una importante cantidad de comentarios sobre la comercialización del compuesto a través de las redes sociales y sobre los médicos que promueven el uso del compuesto contra el coronavirus. Finalmente, se menciona a la prensa y a la medicina convencional

 

Grafo entero

En este caso, debido a la gran cantidad de nodos, optamos por no visualizar todas sus etiquetas. Solo se muestran las etiquetas para nodos que se han mencionado más 13 veces, por lo que se puede observar los conceptos, ideas y actores más centrales para el pensamiento de los usuarios que promueven el uso del CDS en redes sociales.

A simple vista, el grafo entero nos muestra que se conforman dos sub-campos. En el de la izquierda se observa una red cerrada en torno a un nodo central que es el dióxido de cloro, del que se desprenden sus propiedades y al que se vincula una red sobre los médicos que promueven el uso del compuesto. La red de la derecha, en cambio, es más densa y caótica, con nodos cuyas temáticas son las instituciones de salud y la prensa.

4.2. Propiedades atribuidas al dióxido de cloro

Sin tomar en cuenta los comentarios que buscaban comercializar el producto, la red de propiedades del dióxido de cloro incluye cuatro tipos de opiniones prominentes. En primer lugar, aquellas que especulan sobre las propiedades curativas del compuesto. Aunque hacen fuerte hincapié en su capacidad de prevenir el covid, notamos que también resaltan otras ideas importantes como que es una medicina barata y accesible, no es tóxica, está respaldada por científicos y que no es hipoclorito de sodio, una sustancia que, alegan los usuarios, sí es dañina, a diferencia del CDS.

Seguidamente, están aquellas opiniones vinculadas a una experiencia directa con el producto. La más importante de todas es la idea de que hay testimonios de la efectividad del dióxido de cloro contra el covid y, por tanto, su uso debería ser legal. En este punto, los usuarios suelen narrar sus experiencias personales con el coronavirus y cómo el consumo de dióxido de cloro los ayudó a superar la enfermedad. Si no narran una experiencia personal, cuentan testimonios de sus familiares y amigos más cercanos.

En tercer lugar, hay comentarios que justifican el consumo de CDS aludiendo a las circunstancias en que se encuentran los usuarios. En estos casos, se encuentran dos tipos de opiniones importantes: aquellas que alegan que en tiempos desesperados uno puede curarse con lo que esté a su alcance y aquellas señalando que uno puede medicarse con lo que desee porque tiene la libertad de hacerlo.

Por último, también se encuentran comentarios que señalan que el consumo de CDS no es arbitrario, sino que debe tomarse siguiendo indicaciones estrictas o podría terminar siendo dañino. En la siguiente tabla se sintetizan con ejemplos los cuatro tipos de comentarios encontrados en esta red.

4.3. Médicos que promueven el uso del compuesto

La red de los médicos que promueven el uso del compuesto es menos centralizada que la red de propiedades del dióxido de cloro. Como se puede ver en el siguiente grafo, los contenidos de esta red tienen que ver con nombres propios de doctores a quienes los usuarios consultan y admiran. Además, también aparece un concepto importante: los protocolos.

Patricia Callisperis y Andreas Kalcker, para los usuarios, son héroes de la medicina y la ciencia. Callisperis fue una de las doctoras bolivianas más comprometidas con la difusión del dióxido de cloro como medicina alternativa contra el covid. Tuvo una gran cobertura mediática, tanto así que posteriormente fue invitada por autoridades del Estado para dar charlas sobre medicina alternativa. Por su parte, Andreas Kalcker, es un supuesto biofísico que, según los usuarios, ha investigado el dióxido de cloro por 13 años. Recibió la atención de los medios de comunicación más importantes del mundo al ser uno de los principales difusores del consumo ilegal del CDS.

La idea de que el dióxido de cloro debe tomarse siguiendo indicaciones, como ya mencionamos, está vinculada con un concepto clave para comprender a los usuarios. La palabra protocolo es una denominación que se usa para referirse a lo que comúnmente denominamos receta médica. La particularidad de estos protocolos es que son indicaciones muy específicas para consumir el dióxido de cloro, que incluyen horarios y cantidad de mililitros a ingerir, así como diversas formas de preparación del compuesto, para curar una gran variedad de malestares. Aunque en este trabajo no podemos abarcar la inmensa cantidad de protocolos, sí es importante señalar que muchos de ellos, aparentemente, fueron inventados por uno de sus médicos-científicos referentes, Andreas Kalcker.

4.4. Instituciones sanitarias y de prensa

En esta red semántica aparecen nombres de importantes actores para la gestión de la pandemia, tanto nacionales como internacionales: el gobierno boliviano, las farmacéuticas, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sistema de salud boliviano y la prensa. Nos encontramos con dos tipos de ideas importantes: las que nos remiten a un marco ideológico y las que expresan sentimientos de indignación ante hechos protagonizados por instituciones y autoridades.

Las opiniones ideológicas son las más abundantes. Tienen que ver con supuestos complots nacionales e internacionales que buscan lucrar con la salud. Las personas no son negacionistas del virus, pero afirman que tanto el gobierno boliviano como la OMS tienen un pacto con empresas farmacéuticas para vender fármacos no efectivos contra el covid a precios inaccesibles. También encontramos una fuerte creencia en que las instituciones desinforman y mienten sobre el dióxido de cloro, además de adoctrinar a médicos para negarse a usar el producto.

Por su parte, los sentimientos de indignación tienen que ver con dos hechos centrales. Primero, los usuarios alegan que el Sistema de Salud boliviano no quiere atender nuevos pacientes y que, ante este abandono, es correcto consumir otras medicinas, como el dióxido de cloro. Segundo, los usuarios señalan que se sienten indignados por la doble moral del gobierno y las autoridades respecto al uso del dióxido de cloro. Señalan que prohíben el dióxido de cloro y, sin embargo, lo usan. Hecho que habría sido corroborado por varios medios de comunicación durante la pandemia, y que los usuarios habrían percibido como injusto.

5. Discusión

Las razones y creencias para consumir dióxido de cloro -que se manifiestan en posts y comentarios en redes sociales bolivianas- se pueden representar como una oposición entre dos redes semánticas. Por un lado, una red centrada en el nodo del Dióxido de Cloro, con el cual se vinculan supuestas propiedades del compuesto y sensaciones positivas o de alivio; además de una sub-red sobre médicos que promueven el uso del compuesto y son considerados héroes por los usuarios.

Por otro lado, una red semántica sobre instituciones sanitarias y la prensa, en la que los usuarios expresan su desconfianza, temor y malas experiencias con ellos. Por tanto, comprender la promoción y el consumo del dióxido de cloro implica comprender las creencias y experiencias relacionadas al supuesto fármaco, así como el rechazo y desconfianza en las instituciones sanitarias y la prensa.

Por esta razón, el consumo del dióxido de cloro no tiene que ver solamente con la pseudociencia o fake news, como algunos señalan. Los argumentos para emplear este compuesto incluyen posiciones ideológicas, experiencias empleando el producto y con instituciones sanitarias y, por último, con emociones muy fuertes de desesperación o miedo al contagio. Como sostienen los antropólogos de la salud, la medicina no solamente se relaciona con prácticas que provienen de conocimientos de la anatomía, biología y química del cuerpo humano, sino que también incluye complejas construcciones simbólicas alrededor de los cuerpos y las medicinas a utilizar.

Un elemento que también queremos resaltar y que tiene relación con este trabajo es la masiva autoatención[4] que se registra en Bolivia. Según el censo del 2012 (Instituto Nacional de Estadística, 2015: 58), el 12,6% de la población urbana recurre a médicos tradicionales, el 41,5% apuesta por soluciones caseras y el 51,5% acude a la farmacia o se automedica, cuando tienen algún malestar. Un dato alarmante que refleja la baja cobertura de salud del sistema público y que, entre otras razones, explica el éxito que tuvo el dióxido de cloro en el país.

6. Conclusiones

Las redes sociales han cumplido un papel importante en la difusión de ideas que llevaron a muchos bolivianos a consumir dióxido de cloro durante la pandemia. Se construyeron redes de opinión colectiva caracterizadas por una combinación de preceptos ideológicos, sentimientos y experiencias relacionadas con inseguridad, desconfianza en las instituciones y un pensamiento casi religioso sobre el producto.

Es importante no juzgar ni imponerse a la población que consume dióxido de cloro con fines médicos, sino impulsar un necesario debate sobre medicinas alternativas y pluralismo médico en tiempos de pandemia. Como vimos, las razones por las que las personas consumen el compuesto no tienen mucho que ver con un supuesto conocimiento científico, sino, principalmente, con emociones y experiencias colectivas. Las decisiones sobre salud pública no solamente involucran el conocimiento médico, sino también creencias y emociones de la población[5], por tanto, debe existir un diálogo respetuoso entre la ciencia y las emociones colectivas si se desea llegar a verdaderos acuerdos democráticos para gestionar la salud pública.

Asimismo, todavía quedan muchas preguntas referentes al empleo de este compuesto como: ¿Quiénes son más propensos a usarlo? ¿Existe la posibilidad que este fármaco sea eficaz para algunas personas en términos de la eficacia simbólica[6] de la que nos hablaba Lévi-Strauss? ¿Qué otros elementos simbólicos entran en juego en el consumo de este compuesto, más allá de lo que se manifiesta en las redes sociales? ¿Qué rutas comerciales sigue el dióxido de cloro? ¿Qué pasará ahora que el Senado legalizó su uso, sin un debate público serio?  Responder estas preguntas es una tarea pendiente para las ciencias sociales y médicas.

Por último, quiero llamar la atención sobre el impacto que provocan las redes sociales en cuestiones de salud pública. En el exterior, se ha tenido que acuñar el término infodemia, para desarrollar protocolos de emergencia ante la abrumadora cantidad de información sobre la pandemia. La experiencia de otros países, como Estados Unidos o México, nos demuestra que la desinformación ha obstaculizado las medidas para combatir el covid-19.

Es, pues, fundamental que las autoridades bolivianas comiencen a preocuparse por el vínculo entre redes sociales y políticas de salubridad, especialmente ahora que nos encontramos en medio de un nuevo rebrote.

7. Bibliografía

Adams, Ian. (1989). “The Logic of Political Belief: A Philosophical Analysis of Ideology”. Gran Bretaña: Barnes & Noble Books.

Hannerz, Ulf. (1987).Exploración de la Ciudad: hacia una antropología urbana”. Fondo de Cultura Económica. Distrito Federal, México.

Instituto Nacional de Estadística (2015). “Censo de Población y Vivienda 2012. Características de la Población”. Fondo de Población de las Naciones Unidas. La Paz, Bolivia.

Lazo Cividanes, Jorge (2002). “La ideología: de las representaciones sociales al poder simbólico”. Politeia,  (29),39-61.[fecha de Consulta 28 de Diciembre de 2020]. ISSN: 0303-9757. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1700/170033587001

Lévi-Strauss, Claude (1995). “La Eficacia Simbólica” en Antropología Estructural. Ediciones Paidós. Barcelona, España.

Menéndez, Eduardo L. (2005). “Intencionalidad, experiencia y función: la articulación de los saberes médicos”. Revista de Antropología Social, 14 ,33-69.[fecha de Consulta 6 de Enero de 2021]. ISSN: 1131-558X. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=838/83801402

Ojeda Copa, Alex, & Peredo Rodríguez, Valeria. (2020). “Convergencia entre desinformación política y social en el conflicto electoral de 2019 en Bolivia”. Temas Sociales 46, 98-126. Recuperado en 28 de diciembre de 2020, de http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0040-29152020000100005&lng=es&tlng=es.

Ojeda Copa, Alex, & Peredo Rodríguez, Valeria. (2018). “Microdinámicas de Opinión alrededor del alrededor del hashtag #RayoEvolizador en Twitter”. Punto Cero, 23(37), 29-39. Recuperado en 28 de diciembre de 2020, de http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1815-02762018000200003&lng=es&tlng=es.

Peña, Adolfo, & Paco, Ofelia. (2007). “Medicina alternativa: intento de análisis”. Anales de la Facultad de Medicina, 68(1), 87-96. Recuperado en 28 de diciembre de 2020, de http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1025-55832007000100012&lng=es&tlng=es.

Rodrigo-Alsina, Miquel y Laerte Cerqueira (2019). “Periodismo, ética y posverdad”. Cuadernos.Info (44), 225-239. doi: 10.7764/cdi.44.1418.

ROGERS, Richard (2013). “Digital Methods”. MIT Press.

 

Notas

[1] Véase Medicina Alternativa: intento de análisis (Peña & Paco, 2007: 89-90).

[2] Entre ellos: Dióxido de Cloro Bolivia, Dióxido de Cloro Cochabamba Bolivia, Barrio Chino Cochabamba, COMUSAVSR, Cochabamba sin virus, etc.

[3] Entendiendo posición como la manera de pensar que tienen los usuarios sobre un asunto.

[4] Según Menéndez (2005: 64), la autoatención constituye el primer nivel real de atención médica, antes de que los pacientes ingresen al sistema de salud. Si bien los sujetos y grupos se equivocan en los tratamientos y fármacos que consumen, la autoatención demuestra el deseo real de los individuos de curar ciertos padecimientos y enfermedades. Por tanto, no debe ser una práctica estigmatizada.

[5] En este sentido, los debates sobre a la legalización del aborto y la eutanasia son similares al caso.

[6]Esto tomando en cuenta la alusión constante a testimonios de la efectividad del dióxido de cloro. La eficacia simbólica es un tipo de efectividad psicosocial de medicinas y tratamientos no convencionales y vinculados a la cultura. Véase La Eficacia Simbólica (Lévi-Straus, 1995: 211-228).

 

Esta investigación fue publicada con el apoyo de: 

sdsd

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